Para la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, la igualdad es un valor básico e irrenunciable. En nuestros centros, tratamos de preservarla y potenciarla a través de un proyecto educativo inclusivo en el que cada alumno pueda ser protagonista de su itinerario formativo y vital, más allá de sus circunstancias personales, socioeconómicas y culturales.
Creemos firmemente en la afirmación de que todas las personas tienen algo valioso que aportar. Por eso basamos nuestra metodología en el trabajo cooperativo. La educación debe ser de calidad e incluyente. En nuestras aulas, predomina la heterogeneidad. Entendemos la diferencia como riqueza y no como un obstáculo o barrera a sortear. Por ello, potenciamos la interacción entre alumnos con características diferentes. Pensamos que todos se ven beneficiados con esa interacción. Cada alumno ayuda y se ve ayudado por el resto en la adquisición de las competencias y en el desarrollo de los procedimientos necesarios para alcanzar la madurez, no solo académica, sino íntegramente como persona.
Nuestros alumnos trabajan en pequeños grupos de cuatro o cinco personas. En ellos, todos deben asumir un papel activo que implica aportar ideas, escuchar y buscar soluciones conjuntas y consensuadas. Los profesores trabajan conjuntamente con los alumnos, de manera cercana, con clases interactivas y reconociéndoles el lugar central que ocupan dentro del proceso enseñanza-aprendizaje.
REFLEXIÓN MAESTRO ÁVILA
Para nosotros es vital que los alumnos aprendan valores. Esto se trabaja tanto en cada una de las asignaturas del currículo como desde las tutorías. Entendemos que la educación no consiste únicamente en aprender conocimientos, sino que es un proceso orientado a la formación integral de la persona en todas sus capacidades. El diálogo, el respeto y la tolerancia son valores fundamentales para nosotros en las relaciones interpersonales. Especialmente, en la resolución de los conflictos que inevitablemente tienen lugar en la convivencia diaria. La mejor manera de superar las diferencias es estar dispuesto a escuchar, a comprender posicionamientos diferentes al propio y a empatizar con situaciones que a priori nos son ajenas. La sensibilización en todos estos aspectos forma parte de nuestro día a día.
Toda la comunidad educativa está implicada en esta labor. Bajo nuestro punto de vista, alumnos, padres y profesores debemos caminar en la misma dirección, dado que nuestros objetivos son comunes y nuestros roles son complementarios. Por ello, desde el inicio del curso y a lo largo de todo su desarrollo, tratamos de sensibilizar a las familias y hacemos lo posible por implicarlas en nuestro proyecto educativo. Estamos en permanente contacto a través de las tutorías, entrevistas personales, comunicaciones directas y colaboramos en proyectos conjuntos como la operación bocata, la marcha solidaria o la celebración del día de las familias, entre otras.
Para nosotros, la educación tiene un valor social. La manera en la que eduquemos a los niños de hoy, tendrá una importante repercusión en la sociedad de mañana. No renunciamos al valor de la educación como equilibrio de desigualdades y motor de progreso social. Creemos que la mejor manera de contribuir a este progreso es educar desde la igualdad, la tolerancia y la solidaridad, porque pensamos que si nuestros alumnos asimilan estos valores, tenderán a reproducirlos y velarán por su salvaguarda cuando sean adultos. Bajo nuestra opinión, educar en valores es la mejor contribución que podemos hacer a nuestra sociedad.